La profecía de Maradona se cumple: “todo el mundo me usó” (...) "me van a usar hasta después de muerto”

La recusación de la jueza Julieta Makintach por filmar un documental sobre su participación en el juicio por la muerte de Maradona revive las advertencias que Diego repitió en vida: su figura seguiría siendo usada incluso después de muerto.

En 1996, cuando apenas coqueteaba con el retiro, Diego Maradona lanzó una frase que, con el tiempo, adquiriría peso de profecía: “Me utilizan en vida y encontrarán el modo de hacerlo estando muerto”. Hoy, casi tres décadas más tarde, esa advertencia resuena con fuerza en medio del escándalo judicial que envuelve a la jueza Julieta Makintach, una de las magistradas del juicio por la supuesta mala praxis médica que derivó en la muerte del ídolo en 2020.

Makintach quedó en el centro de la polémica tras revelarse que estaba grabando un documental titulado “La Justicia Divina”, centrado en su propio rol dentro del juicio. La revelación motivó un pedido de recusación por parte de los abogados de una parte de la familia Maradona, quienes consideraron que su actuación perdió objetividad. El proceso judicial, que ya llevaba 19 audiencias y 44 testigos, ahora corre el riesgo de anularse y empezar desde cero.

Más allá de lo estrictamente legal, el episodio reactiva una constante en la vida y muerte de Diego: la utilización de su imagen, su figura, su historia. “Todo el mundo me usó”, había afirmado también en 1996, cuando se internó en una clínica suiza especializada en adicciones, supuestamente para un tratamiento discreto. Sin embargo, el director del centro, Harutyan Arto Van, brindó una conferencia mediática en la que expuso detalles íntimos del astro: “No es un hombre feliz. Se considera un perdedor”. Diego, furioso, lo enfrentó cara a cara: “¿Ahora me entiende?”, le dijo, luego de que el médico admitiera que no soportó la presión mediática más que por un par de días.

Ya desde joven, Maradona entendía el peso de su fama y el modo en que era explotado por otros. En 1982, con apenas 22 años, advertía: “Maradona no es una máquina de dar felicidad”. Sin embargo, su figura se convirtió en patrimonio nacional, útil tanto para gobiernos como para medios de comunicación. Carlos Menem lo nombró embajador deportivo en 1990, pero al año siguiente, tras su detención por drogas en Buenos Aires —alertada por un llamado anónimo que llegó a todas las redacciones—, el gobierno le quitó el pasaporte diplomático y se despegó de él sin contemplaciones.

La lógica de “usar y desechar” se repitió sin pausa, incluso tras su muerte. Políticos, productores, médicos, periodistas y ahora una jueza parecen no poder evitar la tentación de arrimarse al mito, aunque sea a costa de la memoria de Diego. Ronald Reagan, ex presidente de Estados Unidos, llegó a decir en 1999: “El provecho que podríamos haber sacado de un muchacho así... Es un verdadero Rambo de carne y hueso”. Y en 2004, Giannina Maradona, de apenas 15 años, le gritó en cámara a Mauro Viale: “Dejá de chuparle la sangre a mi papá”.

Maradona lo dijo una y otra vez. Nadie lo escuchó. Y aún muerto, su predicción más amarga sigue cumpliéndose.